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13 septiembre 2012

Para mi padre


La imagen de tu presencia esta siempre detrás de mis ojos; en todos los acontecimientos importantes de mi vida, en todas las decisiones que he tenido que tomar, en todas mis alegrías y en todos mis anhelos, siempre estás conmigo.

Eres como el eje que guía mis pasos. Papá, tú eras la frontera de mis actos cuando salgo con mis amigos, eres el reglamento que se pregona en casa y que viene a mi memoria en el momento en que más te necesito.

En ese sentido siempre estás conmigo, pues eres la solución a todo lo que a mí me parece imposible. Eras el modelo que a veces criticaba por fuera, pero que aun admiro por dentro; eras como el control que a veces hecho en cara cuando me creo toda un mujer, pero que luego las circunstancias me demuestran que realmente te necesito.

Eras el modelo fuerte, cariñoso, sabio, conocedor, solucionador de problemas. Muchas veces te veo serio y adusto, pero otras tantas alegre y risueño, pero siempre con la misma actitud de padre cariñoso y comprensivo. Eras el padre que siempre tiene tiempo para mí y todo lo que me parece importante siempre te interesa. Eras la voz de mando, paciente y tolerante, pues nunca contradecías las opiniones de los demás, sino que dejabas que cada quién manifieste su punto de vista sin imponer tus propias ideas.

En eso te complementabas muy bien con mamá. Eras el padre que conoce siempre los peligros antes que yo, eras quien me alertaba, me prevenía y me ponía en guardia. Eras quién leia en mis ojos lo que a veces quiero ocultar y adivinaba de mi corazón lo que no quiero mostrar a nadie, y así, me ibas enseñando poco a poco a crecer. Papá, cuando triunfo en algo, te alegrabas como si fuese un logro tuyo, y con tu ejemplo, no me dejabas que me envanezca, comprendiendo siempre que es fruto de mi esfuerzo y en función de ello lo medias, enseñándome que siempre hay que dar gracias a Dios, pues es de él de quién se recibe la ayuda necesaria.

Cuando fracasaba en algo, no me recriminabas ni me acusabas, al contrario, me orientas para comprender que hice mal, y con tu ejemplo, me demostrabas el rayito de luz que me permite seguir adelante, por el huequito que ha dejado Dios para que me reconstruya. No recuerdo que jamás me hayas abandonado a mi suerte, pero tampoco quitas todo lo que me rodea en mi radio de acción para que descubra por mi misma las piedras del camino. No me atabas las alas, me enseñabas a volar, no me amarrabas los pies, me enseñabas a caminar, no me construías el edificio, me ponías los cimientos y me enseñabas a usar las herramientas constructivas.

No me educabas a la antigua, pero tampoco me dejabas hundir en el modernismo desenfrenado. No me impedías divertirme, pero me hacías entender los niveles, los muros que llevo dentro para cuando sea necesario oponerme y defenderme. Siempre buscabas la manera de que nuestras vidas encajen, eras un hombre con cubierta dura, pero con una húmeda ternura que ablanda. Eras ese hombre que parece inflexible, tenaz, inobjetable, pero por dentro llevabas incrustado el oro en el corazón y las pinceladas de cielo en las ilusiones.

Papá siempre seras como un lazo que esta vinculado a mi vida, te quiero mucho y te admiro más, pues la carga que llevabas es pesada y nunca te quejabas, sino que la llevabas como un honor confiado por Dios. Estoy muy orgullosa de vos y le doy gracias a Dios por que seas mi papa.

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