Páginas

17 mayo 2012

El Yogurt

En la rutina cotidiana de cada día, ella trataba de tener todo en orden. Una vez más, luego de una jornada sin clases se había quedado dormida.
Cerca de las 7:45hs, despertó sobresaltada por la idea de haber perdido el colectivo. Se ducho más apresurada que de costumbre, mientras que la duda de la noche anterior le rondaba persistentemente en la cabeza.
No podía comprender por que razón una situación tan simple se convertía en algo tan complejo. Trato una vez más de justificar sus pensamientos, sus ideas y sus conclusiones. Pero nada podría aclararle sus dudas mas que lo que estaba por sucederle.
Salio corriendo hacia la parada con todo lo que necesitaba para completar sus tareas matinales. Como siempre, en su compartimiento exterior llevaba lo más importante para ella, “El Yogurt”. Eso era algo que no podía olvidarse. Podría olvidarse las llaves, los documentos, incluso dinero, pero nunca el yogurt.
Subió deprisa al colectivo y mientras escuchaba música, no podía despegar de su mente pensamientos que la hundían, que cada vez la hacían sufrir más.
Recordó como era hace unos meses atrás. Una mujer confiada, segura de si misma y muy ocupada. El volver a tomar compromisos que la hacían dudar de todo y de todos, la habían convertido nuevamente en algo inerte. Una vez más volvía a abandonarse. Vivía desarreglada, sumisa, pendiente y como todo Boy Scout “Siempre lista”.
Pensó en todo lo que representaba el yogurt y no dejo que nada nuble su simple tarea de tenerlo cada día.
En cuanto llego a su destino. No pudo con la emoción. Descendió del colectivo, se arreglo un poco y saco del compartimiento exterior el yogurt. Llena de ansiedad, como cada día, lo metió en el bolsillo y emprendió el camino de entrada al edificio.
Apenas paso la puerta, una catarata de dudas se apodero de ella. – ¿Y si no es de su agrado?- , -¿Sabrán que me ve?-, -¿Como será?-, -¿Porque conmigo no puede ser como con las otras?-. Pensó tanto que cuando llego a la sala ya no tenia nada que pensar, solo dudas. Como cada día, ella le envió un mensaje, pero esta vez el no respondió. Se escuchaban risas salir de su oficina y no pudo evitar sonreír al escucharlo reír Eso era una de sus cosas favoritas.
Pasados unos minutos, se abre la puerta de la oficina y el la recibe de una manera casual. Un “Hola” distendido, le dio la pauta a ella que algo no andaba bien.
Ella lentamente saca de su bolsillo el yogurt y se lo entrega con una sonrisa llena de dudas, el lo recibe y como siempre lo acepta de buena manera.
Tras un cruce de palabras “simpáticas” que uno podía notar que eran de compromiso. Ella se toma el atrevimiento de arreglarle su saco. Por primera vez, cruza la barrera que hacia tiempo ella misma se había impuesto. Se aproxima a el de una manera suave y delicada, como quien acerca su mano a un perro que esta lastimado y apunto de morderte. El se permite el distenderse y se entrega a dicha caricia camuflada en algo tan simple.
Sin que ambos lo noten y de una manera sigilosa, surge en la habitación, una mujer que los interrumpe con un saludo asombrado y nervioso. Inmediatamente, ella se aparta de el y lo suelta sin dudarlo. El empieza a justificarse y a ponerse nervioso ante la situación vivida.
La mujer sigue su camino y ella no duda en preguntarle:
-¿No puedo siquiera tocarte frente a tus compañeras de trabajo? Lo mira confundida.
-¿Y si yo no quiero? Replico el sin perder el nerviosismo.
-No digo que no, solo pregunto y la respuesta es muy simple. Le sonríe.
-Sabes que, no quiero volver a verte mas, toma esto (entregándole el yogurt) y ándate.
Ella recibe el pote y agrega:
-¿Que pasa?, ¿Que hice?
-Estoy en mi trabajo y solo complicas mi vida. No tenemos que vernos mas, es algo que no podemos hacer. Te Amo y mucho. Anda y acostate con otro, no importa, me va a doler muchísimo pero no me queda otra.
El la miro molesto pero dubitativo y agrego:
-Vos venís acá para que te vean y vean que estamos juntos y no quiero eso. No quiero que nos vean, no quiero que sepan que estoy con vos. Vos te cagas en todo, solo es una excusa el traerme un yogurt y yo sigo acá, atrás tuyo.
-Yo no vengo a controlarte, para mi es placentero poder traerte algo que almuerces. No tiene que ver con que sepan que nos vemos.- Le costaba contener las lagrimas y sentía como le temblaban las piernas.
-No me importa, sos una mala mujer y yo quiero hacer lo que yo quiera, no que me controlen, que me exijan. YO voy a hacer lo que quiera, hace o que se te cante, no me importa. Pero no quiero verte nunca mas, ¿me entendiste?-
Ya casi llorando, no pudo hacer otra cosa más que regalarle una sonrisa. Fue caminando hacia el escritorio y con mucho cuidado dejo apoyado el yogurt. Luego simplemente se fue.
Cuando logro salir del edificio, no pudo evitar romper en llanto y pensar que realmente hay quienes podrían valorarla más. Gente que realmente la necesitaba, la querían de verdad, sin problemas, sin excusas, sin conflictos.
Se dio cuenta que por más que lo ame con todo su corazón, no iba a cambiar. El jamás le daría a ella el lugar que merece, porque cree que debe pagar por sus errores todos los días de su vida y es su deber hacerla pagar.
Limpio sus ojos y reflexiono sobre lo sucedido. Que cosas el veía reflejadas en ese yogurt y las cosas que para ella el mismo representaba.
Miro nuevamente al pasado y añoro esa mujer feliz de vivir, de conocer, de disfrutar y se dio cuenta que era momento de que renaciera. Se dio cuenta verdaderamente que la vida es como un yogurt. Si lo comemos apresurados no podemos apreciar el sabor, el aroma y se acaba pronto. En cambio si nos damos 5 minutos para poder disfrutarlo, nos vamos a dar cuenta que es riquísimo y que esta en nosotros elegir, cada día que sabor de yogurt queremos.